La compañía refuerza el hub del Báltico -que sumará más de 1.100 MW de potencia instalada y una inversión conjunta de unos 3.500 millones de euros-, integrado también por los proyectos Wikinger y Baltic Eagle.
Iberdrola sigue apostando por el despliegue de las renovables en los mercados internacionales, con el desarrollo de su tercer proyecto eólico marino en el Mar Báltico, Windanker, con una potencia instalada de 300 MW y una inversión prevista de 800 millones de euros. El proyecto reforzará el Hub del Báltico liderado por la compañía en Alemania, que sumará más de 1.100 MW de potencia instalada, tras una inversión conjunta de unos 3.500 millones de euros. El Hub está integrado también por los parques eólico-marinos Wikinger (350 MW), en operación, y Baltic Eagle (476 MW), en construcción.
El conocimiento del Mar Báltico y la evolución de la tecnología eólica marina permitirá a Iberdrola aprovechar las sinergias de la operación conjunta de los parques integrados en el Hub Báltico; así como maximizar la eficiencia de Windanker, que incorporará turbinas offshore de nueva generación y gran potencia, en el entorno de los 15 MW. Otras sinergias podrían venir en su construcción, al coincidir su ejecución con el desarrollo de los parques del complejo East Anglia Hub, en el Reino Unido.
Tras la subasta de capacidad celebrada a principios de septiembre, Iberdrola ha ejercido su derecho de tanteo y Windanker ha pasado a formar parte de la cartera de la compañía. El proyecto podría entrar en operación en 2026 y se prevé que la mayor parte de la electricidad generada por esta instalación se asigne a contratos de venta de energía a largo plazo en el mercado alemán.
Alemania tiene previsto el desarrollo de 20.000 MW de capacidad eólica marina a 2030; un objetivo que podría verse revisado al alza tras la aprobación esta primavera del aumento al 65% de la reducción de emisiones de CO2 en 2030; que será del 88% en 2040, con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2045; cinco años antes de los compromisos iniciales. La regulación en Alemania se caracteriza por su estabilidad y predictibilidad, generando un marco de confianza para los promotores de renovables.