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Entrevista a Sebastián Blanco, CEO de Magnanni

Sebastián Blanco es CEO de Magnanni. Es licenciado en Matemáticas por Malone University (USA) y máster en Finanzas de IE. Sebastián ejerció como CFO de la filial norteamericana de Magnanni durante 6 años; durante los siguientes 7 años fue COO del grupo y durante los últimos 16 años de su carrera ha sido CEO del grupo Magnanni.

Magnanni es una empresa familiar fundada en 1954 dedicada a la fabricación artesanal de zapatos. ¿Cuáles son los valores de una marca como la vuestra?

El objetivo fundamental de Magnanni es la creación de valor a través del conocimiento y transformación de la piel en variantes únicas de textura y color. Ello se consigue apalancado en un saber hacer arraigado en una cultura de habilidades propia desarrollada a lo largo y en una aspiración constante de excelencia. Trabajamos con equipos de más de 500 artesanos que comparten esa misma visión. Creamos valor diferencial con un sutil grado de sofisticación y belleza utilizando como soporte la piel para un consumidor contemporáneo y urbano.

Una de las características de Magnanni es que durante sus casi 70 años de historia se ha mantenido fiel a su herencia y tradiciones como fabricante de zapatos y seguís vendiendo zapatos elaborados artesanalmente. ¿Cómo ha evolucionado la marca durante todo este tiempo sin perder la conexión con sus raíces?

Ahora mismo conviven en la empresa la tradición artesana con la vanguardia en diseño y tecnología. Para nosotros la tradición no está reñida con la modernidad, sino que forma parte de un todo evoluciona naturalmente. La artesanía, el arte de construir con las manos, es parte constitutiva esencial de lo humano y por ello intemporal e inmanente. Trabajamos la piel que es un material noble y natural y en esa transformación nuestra obligación es crear belleza que sea contemporánea e hija de su tiempo, pero que al mismo tiempo que transcienda el presente. Es importante que el producto perviva y envejezca bien. Hay que adecuar nuestras colecciones a las nuevas tendencias sin perder la conexión con su raíz artesana.

Magnanni es una empresa familiar local de un pequeño pueblo de la Mancha, pero que al mismo tiempo tiene una visión muy internacional y exporta el 99% su producción. Nos sentimos cómodos en esa aparente ambigüedad.

Además, como ya se ha mencionado, sois una empresa familiar, ¿cuáles consideráis que son las claves para la gestión exitosa de una empresa familiar en la actualidad?

La visión a largo plazo de los accionistas y familiares es un valor diferencial respecto a otro tipo de corporaciones. Contagiar el compromiso y amor por el trabajo bien hecho en una empresa familiar es algo que se transmite con el ejemplo al resto de equipos. La construcción de una cultura fuerte se consigue por ósmosis, no es parte de un plan concebido en un comité, sino que es un modus vivendi del día a día.

Ese proyecto vital de transcendencia a través de la empresa construye carácter y es una fuerza dinámica que hace que la misma sea fuerte y se sobreponga ante las adversidades. La flexibilidad y la rapidez en la toma de decisiones en un mundo tan cambiante es una ventaja sustancial.

Por otro lado, la sucesión al equipo fundador y conciliar los intereses de la empresa, el patrimonio y la familia a largo plazo sin perder un ápice de esa energía vital es un desafío complejo al que nos tenemos que enfrentar todas las empresas familiares en algún momento. En ello estamos.

En relación con la internacionalización de la marca, ¿cuáles son los mercados más importantes para vuestro negocio actualmente y cuáles son los mercados potenciales de cara al futuro próximo?

Estados Unidos es nuestro mercado claramente más importante. Europa, en su conjunto, Japón y Oriente Medio son también mercados con un peso muy significativo en ventas. Nuestro desafío futuro son claramente China e India. En estos mercados, aunque tenemos clientes importantes, nuestras cuotas de mercado son relativamente inferiores respecto al resto de territorios y es donde tenemos unas mayores posibilidades de crecimiento.

Habéis apostado por la diversificación lanzando nuevas categorías de productos como los cinturones, así como colecciones para mujer, ¿qué factores tenéis en cuenta a la hora de lanzar un nuevo producto o una nueva línea de productos?

Normalmente, cuando queremos entrar en una nueva categoría de producto, primero evaluamos si tenemos la sospecha de que podemos aportar algo claramente diferencial al mercado, manteniendo la esencia y saber hacer de Magnanni. Solo si la respuesta es afirmativa, decidimos proseguir hacia adelante e iniciar el proyecto. No siempre es sencillo ya que los gustos y usos de los productos pueden ser muy distintos, dependiendo, por ejemplo, de si son para hombre o para mujer, o de si son zapatos o accesorios.

Entendemos que el conocimiento de la piel, las terminaciones, los colores y las texturas es parte de esa esencia Magnanni y es algo que intentamos incorporar a todos nuestros productos. Al mismo tiempo, sí que es posible que tengamos que matizar estos elementos característicos de Magnanni, y que nos hacen distintos, para adecuarlos a los gustos del nuevo consumidor en el nuevo producto. Luego ya queda nuestra habilidad en lograr y mantener esa conexión con el cliente, que muchas veces solo se alcanza después de pruebas y errores ajustando cada vez más el producto a la demanda con el paso del tiempo.

¿Qué papel juega en canal online en el negocio de Magnanni?

Es cada vez más importante el negocio online y desde el COVID todavía mucho más. La mayoría de nuestros clientes facturan en promedio en el entorno del 30% de sus ventas online. Magnanni tiene su propia página web y nuestras ventas directas a consumidores en los últimos años han estado creciendo exponencialmente y esperamos que sigan así durante el futuro más cercano.

¿Qué impacto tiene la Marca España en el reconocimiento de Magnanni en mercados internacionales y cómo consideráis que contribuís a la construcción de la marca país desde el punto de vista económico-empresarial?

La Marca España ha mejorado en la percepción del cliente de una manera abrumadora en los últimos 30 años. En épocas anteriores la imagen del producto español a ojos del consumidor internacional era la de un producto claramente inferior en calidad en relación a nuestros competidores franceses, italianos o ingleses. La discusión giraba muchas veces más en torno al precio que al valor. Creo que la irrupción reciente de marcas españolas líderes en mercados internacionales con productos y servicios diferenciales con gran valor añadido ha contribuido a mejorar gradualmente esa percepción. Esas marcas colonizadoras han hecho de primeros embajadores de competitividad y vanguardia facilitándonos al resto la introducción en otros países para que, modestamente, siguiendo su estela, estemos contribuyendo entre todos a construir una economía cada vez más sólida y global.

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