El director general del Foro de Marcas, Pablo López Gil, participó el pasado 7 de febrero en las XXXV Jornadas de Estudio sobre Propiedad Industrial e Intelectual del Grupo Español de la AIPPI, la Asociación Internacional para la Protección de la Propiedad Industrial e Intelectual.
En su ponencia, sobre ‘El papel de los activos intangibles en la internacionalización de la empresa española’, el director general del Foro explicó que el sector exterior representaba una de las mejores noticias protagonizadas por la economía española en las últimas décadas, pero que era necesario afrontar ciertos retos para que la internacionalización siga siendo una palanca de crecimiento y generación de progreso.
Uno de esos retos es precisamente el de aumentar el componente de calidad de la oferta española, es decir, el grado de sofisticación y diferenciación de los productos y servicios que España comercializa en el exterior. Eso pasa necesariamente por la apuesta e inversión en activos y recursos intangibles (tecnología, innovación, diseño y marca). Hoy en día, la batalla de la competitividad no se centra tanto en los productos y servicios que conforman la oferta de una economía, sino en las condiciones (ventajas en costes) en que dicha oferta es producida o en su diferenciación y grado de sofisticación.
Es evidente que la apuesta por uno u otro modelo tiene consecuencias, define qué es España y en qué liga compite, pero sobre todo qué quiere ser y en qué liga quiere competir. De hecho, los países no suelen especializarse en distintos productos sino en diferentes segmentos de calidad de un mismo producto, lo que resulta determinante para valorar la presión competitiva a la que se enfrenta un país, por ejemplo, frente a las economías emergentes. El valor añadido (y, por tanto, la rentabilidad) se concentra en la mayoría de los sectores en las fases previas (investigación y desarrollo, diseño, branding, logística de compra) y posteriores (marketing, logística de venta, nuevamente la marca y servicio al cliente) a la fabricación; es decir, las protagonizadas por el capital intangible que permiten generar márgenes.
Según un reciente estudio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) sobre las cadenas globales de valor, cerca de un tercio del valor de los productos manufacturados vendidos en todo el mundo se deriva del capital intangible, habiendo aumentado en un 75% el ingreso derivado de los activos intangibles durante el periodo analizado (2000-2014). El estudio profundiza su análisis sobre ciertos sectores como la telefonía móvil, una industria en la que juegan un papel importante activos intangibles como la tecnología, el diseño de equipos y software, y el desarrollo de marcas.
Sin embargo, la inversión de activos intangibles en España sigue en niveles muy inferiores respecto a lo que ocurre en países de su entorno. Según los últimos datos disponibles, ya habría un número importante de países (Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Finlandia o Suecia), que invierten más en intangibles que en tangibles. Por el contrario, en España esta inversión sólo alcanza el 35% del total. Un reto directamente relacionado con la estructura del tejido empresarial española (tamaño medio de la empresa española), pero que sobre todo obedece a una cuestión de cultura y mentalidad empresarial en la que hay que seguir avanzando y sensibilizando.