Los días 15, 16 y 17 de febrero se celebró la octava edición del Congreso Internacional de Responsabilidad Social. La Caja Rural de Aragón acogió a diferentes expertos y profesionales que conversaron acerca de la evolución de la responsabilidad social corporativa y la importancia de establecer unos valores responsables, en un contexto actual marcado por la incertidumbre.
El viernes 17 tuvo lugar la mesa de diálogo ‘La debida diligencia: los derechos humanos y la responsabilidad medioambiental’, un debate en torno a la nueva Directiva Europea y los matices y observaciones realizados desde España. El diálogo, moderado por Ramón Jáuregui, contó con la intervención de Pablo López Gil, director general del FMRE; Stefan Crets, director general CSR Europe; Bernardo Cruza, director de Sostenibilidad y RSC en El Corte Inglés; María del Pozo, representante de Amnistía Internacional; y Orencio Vázquez, director del Observatorio de responsabilidad social, quienes reflexionaron sobre la obligatoriedad y la oportunidad de procurar avances a nivel transnacional que vayan más allá de lo normativo.
Pablo López Gil destacó el sentimiento general de las empresas ante la aplicación de la Directiva Europea, un sentimiento mayormente de preocupación, por diferentes razones: las compañías perciben un exceso de regulación, habiendo incluso solapes entre normas a nivel comunitario y nacional, lo que las aleja del objetivo de armonización; encuentran una falta de claridad en los estándares y metodologías establecidas; les resulta difícil aplicar el nivel de supervisión exigido sobre cadenas de valor largas y complejas; les preocupan las represalias que puedan tener sus negocios en determinados países, la falta de coordinación con otras iniciativas, el impacto económico en términos de recursos dedicados, etc.
El director general del FMRE concluyó con una reflexión general sobre el estado de globalización y recordó la necesidad de contextualizar y “darnos cuenta de que nos dirigimos hacia un mundo de bloques, con la creciente disputa entre EUU. y China”. Por último, señaló que este tipo de liderazgo europeo supone una desventaja competitiva a corto plazo, pero a medio plazo una oportunidad.